sábado, 11 de julio de 2015

¿Sociología de la educación?

El comentario original que acompañó a la viñeta invitó a contribuir "...reflexiones, pronunciamientos respetuosos y planteamientos de altura académica."

La viñeta bien podría tener la intención de hacer tropezar al incauto con sus propios prejuicios. Podría ser un humorismo que expone el grotesco caso de aquel que teniéndose por educado tan sólo es víctima de las miserias de la escolarización. Por ejemplo, ¿qué le hace suponer que de los dos personajes en la viñeta el inculto es quien hace trabajo manual?

Aceptar la idea de que los sistemas de escolarización poseen el monopolio de la educación y del cultivo humano es parte del tipo de miseria que esta viñeta podría intentar exponer.

Mi punto es que la escolarización y los sistemas derivados de la escolástica (filosofía de la escuela) no tienen el monopolio del cultivo humano. Mucho menos los sistemas que tienen como máxima la producción en serie de “productos” (personas certificadas) para alimentar la misma maquinaria socioeconómica industrializada que pone al consumismo y al mercantilismo por encima del cultivo humano.

Si la única forma en que una persona puede ser cultivada fuesen los sistemas escolarizados entonces no sería posible el auto-cultivo. Por fortuna, no es así. Dependiendo del campo, hay quien cree saber porque consiguió alguna certificación escolar, y cree lo que la misma escuela le dicta: “te dimos bases”. Pero, por ejemplo, con frecuencia leo lo escrito por alguien así y no parece tener la más básica capacidad de ordenar en su mente y luego articular una idea con claridad con un mínimo de dominio de su propia lengua. El supuesto es que la escuela le da bases mínimas a las personas, pero pregunto: ¿eso realmente ocurre?

Quizá la viñeta me dio ocasión para pensar en lo irónico de muchos casos que encuentro con frecuencia de personas que supuestamente fueron cultivados por un sistema escolarizado universitario. Casos en los que supuestamente habría capacidad para desempeñar una profesión con competencia. Casos en donde supuestamente existe una profesión universitaria, pero que hacen dudar de si realmente existen esas supuestas “bases” que da la escuela. El ejemplo más frecuente y grotesco es esa especie de corrupción del lenguaje que escucho en el supuesto profesional universitario que al hablar usa la palabra “güey” dos o tres veces en cada frase.

La pregunta «¿qué es educación?» tiene hoy más sentido que nunca. Tiendo a coincidir con lo dicho por Hans-Georg Gadamer: «educación es educarse».

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