miércoles, 24 de septiembre de 2014

Filosofía y escuela

La siguiente opinión la dijo alguien cuya vida profesional gira alrededor de la academia y de la escuela, por lo que no me sorprende su innegable sesgo:

"La filosofía es un asunto de academia y de escuela, sólo posible por las condiciones que brinda la universidad, tanto económicas como académicas y de comunicación con el gremio."

Tal opinión da para preguntar si se trata de un filósofo o de un profesor de filosofía, pues son dos cosas por completo diferentes.

Puedo imaginar más que un par de casos en los que se avala tal perspectiva; es decir, no le falta razón si observo que fuera de la academia las actividades profesionales centradas en un mero cortoplacismo suelen no dejar espacio ni tiempo al individuo para poder pensar con calma su propia vida, mucho menos para pensarla de manera filosófica. Además, en esas mismas actividades es poco frecuente encontrar una audiencia afín a la reflexión y a la discusión filosófica, por lo que también tiene razón cuando alude a un determinado gremio.

Por otro lado, tiene parte de razón, por supuesto, pero no la tiene toda. Por fortuna no sólo en la academia y en la escuela son posibles las condiciones que brinda la universalidad. Por fortuna, cursar una carrera en filosofía de manera reglada por algún sistema escolarizado no es la única manera para aprender sobre filosofía. La filosofía no es monopolio de nadie, la universalidad no tiene dueño, mucho menos es posesión exclusiva de los gremios clericales académicos, que en lugar de llevar la filosofía a las plazas y a los mercados la prefieren mantener enclaustrada en sus recintos institucionales.

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